USO, un pedazo de casa en ultramar


Tradicionalmente los ejércitos se han considerado asuntos de hombres. Ya que los ejemplares masculinos de nuestra especie siempre han mostrado la tendencia a la violencia, a la destrucción y al pillaje. Pero desde el inicio de los tiempos sido tradición de los ejércitos recurrir a los servicios de auxiliares que lo suplan de las necesidades básicas de los soldados. Ya sean en la forma de vivanderas, esposas de los soldados o prostitutas; desde los primeros tiempos siempre ha existido un segundo ejército que acompaña a los hombres durante sus campañas. Ellas siempre han tenido más que perder que ellos, porque en caso de ser derrotado, el ejército al que sigue esta tropa de apoyo irregular generalmente sufre la ira del enemigo. Ya sea en la forma de los mozos de suministros en Agrincourt o los espectadores de la batalla de Culloden; el que tenía la mala fortuna de encontrarse en el campo frente a la caballería enemiga corría el riesgo de morir frente a ella.


En la Era Industrial este ejército de vivanderas y prostitutas desapareció del frente de combate. Se consideraba sumamente peligroso y controversial para la opinión pública que por iniciativa propia los ejércitos permitiesen semejante muestra. Pero, los horrores enfrentados por los soldados, la pobre rotación y la falta de sensibilidad de los políticos provocaron graves problemas en el espíritu de cuerpo de estos nuevos ejércitos industrializados.


El 4 de febrero de 1941, bajo la iniciativa de Franklin Delano Roosevelt, se funda la USO (United Service Organization), una organización sin fines de lucro bajo el amparo del Departamento de Defensa. Su objetivo como se previó durante su fundación fue "la administración de las actividades recreativas para las fuerzas armadas desplegadas en ultramar". Vaya que cumplieron con su función. En poco tiempo, cada espacio público en el interior de los Estados Unidos se convirtió en un centro de reclutamiento y de actividades de la USO, con la cual reunían fondos para combatir la guerra. A finales de 1941 se instalaron Camp Shows, espectáculos para los soldados desplegados en ultramar, que comenzó su primer recorrido en el Caribe y cinco meses después ya formaba 36 grupos desplegados por los cinco continentes.


Uno de los servicios más recordados por los soldados fue el servicio prestado por las chicas americanas en todos los frentes. Ya fueran actrices famosas o destacadas (Marlene Dietrich, Judy Garland, Betty Grable y Rita Hayword) o muchachas normales que simplemente querían una oportunidad para salir y conocer el mundo; el servicio brindó un gran alivio a los soldados desplegados a lo largo del mundo, trayendo un pedazo de Estados Unidos hasta la zona de conflicto, a veces compartiendo las mismas privaciones de ellos.


Aunque la organización fue cerrada en 1947, fue puesta en servicio activo en 1950 para la Guerra de Korea y ha seguido en actividad hasta el momento. La organización sigue cumpliendo los mismos objetivos que en el pasado, pero ahora atrae de forma voluntaria a muchos actores y personalidades, ya sea por publicidad o por patriotismo, que con su esfuerzo envían un mensaje a los integrantes del Ejército de los Estados Unidos, que ninguno de ellos está solo, que el hogar se encuentra a la vuelta de la esquina y que nadie en casa los ha olvidado. Aún con todo lo controversial que pueda ser este mensaje, es un esfuerzo encomiable para brindar a sus tropas un poco de casa a donde quiera que se encuentren desplegados.


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2 comentarios:

  1. Excelente artículo, Carlos, y además muy interesante. ¡Felicidades!

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    1. Gracias Frank. Suelo hacer referencias de ciertas cosas que son útiles para lo que escribo. En este caso, es la escena final del segundo libro, La Batalla del Nodo 358. Voy a seguir dándole lustre, y gracias por tus palabras.

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