EXTRACTOS.

¿Curioso? Lee extractos de las novelas de la saga y convéncete.

PERSONAJES

Fichas y biografías de los personajes de esta emocionante saga espacial.

RAZAS

Conoce a las diferentes especies alienígenas que aparecen en esta obra de ciencia ficción.

RESEÑAS.

Reseñas sobre las diferentes novelas de esta saga literaria.

PERFILES.

Perfiles personales de los personajes clave de la saga.

El bombardeo de Mainila

Las ideas son más poderosas que las armas. Si no permitimos a nuestros enemigos portar armas, ¿por qué deberíamos permitirles tener ideas?
Joseph Stalin.

Los chacales del 39

Corrían los primeros meses de la que sería la última gran guerra de la humanidad (Dios mediante que en verdad permanezca como la última), así como los últimos días del año 1939. La Segunda República de Polonia, el comodín de contención entre el Centro de Europa y la Rusia; había desaparecido en el transcurso del mes de setiembre; vaporizado por los firmantes Pacto de No Agresión entre la Alemania Nazi y la Unión Soviética. Un documento impío y blasfemo para la conveniencia de dos dictadores criminales y genocidas; este garantizo mano libre para que ambos se pudieran encargar de sus enemigos inmediatos.


Una vez que pudo controlar a los Países Bálticos (Letonia, Estonia y Lituania), Joseph Stalin volvió su vista de águila hacia un detalle geográfico relativamente interesante. La capital espiritual del comunismo, la ciudad con el nombre del visionario líder, la ciudad de Leningrado (ahora San Petersburgo) se encontraba a escasos kilómetros de la frontera de Finlandia. Lamentablemente para este pequeño y democrático país en el interior de la península escandinava, su conservador y blanco gobierno provocaba las sospechas enfermas del dictador comunista. Aunque neutral por el momento, la nación dependía de una constante provisión de granos, que debían adquirir o del Reich Alemán o de la cuenca del Donetz en la Unión Soviética. De esta forma, su blanco gobierno podría transferir sus fidelidades al cabo de Berlín, lo que pondría en peligro la ciudad cuna de la Revolución de Octubre y lo ponía en desventaja.

La conspiración

Por primera vez en mucho tiempo, Stalin decidió sentarse a negociar, en lugar de abalanzarse sobre su presa. Las exigencias eran fuertes; la desocupación de veinticinco kilómetros desde la frontera sobre Leningrado a cambio de una porción de territorio en la Península de Carelia, la ocupación de la península de Hanko por treinta años y la garantía por medio de que se desmilitarizaría esta área de territorio. A la luz de los acontecimientos en el verano de 1941, la preocupación del líder comunista tenía mucho sentido. Pero al calor del momento el gobierno finés se negó tajantemente ante las exigencias. La guerra comenzó a rodear con sus fríos dedos el ambiente en la península escandinava.

Con el cinismo que lo caracterizaba, el líder soviético no quiso parecer el agresor ante la historia. Imitando a la Alemania Nazi, el 26 de noviembre de 1939, el Ejército Rojo bombardea la pequeña villa rusa de Mainila, al norte de Leningrado. Se hicieron siete disparos, que fueron detectados desde los puestos de artillería finlandesa. Estos detonaron a 800 metros en el interior del territorio soviético. Aunque Finlandia propuso traer una comisión independiente de la Liga de Naciones, la Unión Soviética, desconsolado por la agresión en su contra, declara la guerra en contra de la nación de Finlandia, a la cual espera derrotar en poco tiempo. La Guerra de Invierno comienza de esta forma.


Consecuencias inesperadas

¿Por qué es tan importante este episodio y esta guerra en la historia del planeta? Aunque olvidada por el público, la Guerra de Invierno es importante por dos razones. La primera es que, debido a las purgas de las cúpulas militares, la actuación de las tropas soviéticas en esta contienda de cuatro meses rayó en lo ridículo. Un eficiente y motivado ejército fines, flexible y acostumbrado a su territorio, humilló al considerado en ese momento el más poderoso ejército del mundo. Con más de trescientas mil bajas en el conflicto, la mayoría más por descuido de sus propios oficiales que por la misma contienda, el desempeño soviético llama la atención del Führer, que toma nota de su debilidad para un momento futuro. 


Este lamentable episodio provoca que el 22 de junio de 1941 la Alemania Nazi lance los dados e invada la Unión Soviética para acabar con su enemigo ideológico de una vez y para siempre. Pero tal como suceden las cosas con quien invade Rusia, los rusos son muy tercos y el invierno es muy frío. Con el tiempo los soviéticos, a pesar de todo su sufrimiento regresan sobre sus pasos y destruyen al Tercer Reich en colaboración con Estados Unidos y Gran Bretaña. Este evento define el mapa del mundo por los siguientes cincuenta años y es el origen de la situación que vivimos en esos tiempos.


En 1994, Boris Yeltsin en calidad de presidente de la Federación Rusa denuncia este lamentable evento como una guerra de agresión, con lo que acaban finalmente años de incertidumbre de este terrible malentendido. Pero este llega un poco tarde, porque una nación pacífica tuvo que pagar con dos guerras, casi cien mil muertos y con la perdida de un quince por ciento de su territorio, la República de Finlandia pagó un alto precio por su libertad. Lo peor del caso es que este fue olvidado por el mundo, salvo para algunos curiosos que gustan de observar la historia con otros ojos.


La Larga Marcha; un viaje que definió a China como una Nación.

Cuando se llegó a un consenso durante los dos años que duro la firma del Tratado de Westfalia; ninguno de sus garantes jamás comprendió la magnitud y el alcance que tendría este para el futuro. Porque el final de la Guerra de las Treinta Años no sólo marcó el fin de las Guerras Religiosas que dividieron Europa por siglo y medio; conformaron el modelo actual que define a un estado. Para que un estado exista debe cumplir con una serie de requisitos básicos; debe poseer una ley orgánica, sus individuos le deben fidelidad al Estado por encima de todas las cosas y el Estado debe poseer el monopolio de la violencia. Cuando algunos puntos de esta ecuación el estado falla. Para estos momentos numerosas naciones han fallado por la ausencia de alguno de estos requisitos. Pero muchas veces los pueblos no poseen la capacidad o el deseo de dar el paso para transformarse en un Estado. Esto trajo gran sufrimiento a estas naciones, en especial para la China del siglo XIX y principios del siglo XX.


La razón detrás del fallo es realmente compleja. Como lo mencioné en el artículo de la era de los Señores de la Guerra, luego de la caída de la dinastia Qing; el pueblo Chino entró en un proceso convulso para tratar de decidir la forma en que se iba a gobernar. Pero debido a la muerte repentina de Sun Yat-Sen todo el aparato simplemente se disolvió en numerosos estados gobernados por Señores de la Guerra. Divididos en dos áreas de influencia, en algún momento de su historia China tuvo tres capitales simultaneas. Pero como el ave fénix, uno de los protegidos de Sun; Chiang-kai Shek logró unificar a todo el país luego del final de la Expedición del Norte. Pero la verdad es que muchos de los señores de la guerra todavía seguían operativos, los terratenientes dominaban el país y la corrupción era rampante. Como la rama socialista del Kuomintang no estaba de acuerdo con el ritmo de las reformas, Chiang consideró que su dominio era amenazado, así que cuando se vio libre de manos decidió de una buena vez y para siempre deshacerse de ellos.

Introducción


¡Un momento! Vamos a recapitular un poco. Durante la mayor parte de su vida, Sun Yat-Sen tuvo que luchar por el reconocimiento de su causa; uno de los pocos países que reconoció sus esfuerzos fue la Unión Soviética, la cual apenas estaba naciendo de las cenizas de la Guerra Civil Rusa. Con mucho gusto Lenin prestó a sus asesores y permitió que el núcleo militar del Kuomintang se entrenara en las tácticas del Ejército Rojo con una única condición; que permitieran la existencia del Partido Comunista Chino. Como esto violaba los tres principios de Sun Yat-Sen (nacionalismo, democracia y bienestar del pueblo chino) se llegó a un compromiso donde el partido tendría permiso de operar dentro de las estructuras políticas del Kuomintang. Así para 1927, con Sun Yat-sen muerto a Chiang-kai Shek no le pareció correcto compartir el poder con una organización tan peligrosa y subversiva. Como todo buen dictador que ocupa un chivo expiatorio decidió golpear primero y el 12 de abril comenzó la purga de comunista del partido. De un plumazo Chiang le dio la espalda a la Unión Soviética, se puso a los rojos en su contra y consiguió el poder total sobre su partido. La Guerra Civil China había comenzado.

Al principio los comunistas no supieron como aprovechar sus fortalezas, así que durante los primeros años pasaron por grandes problemas y privaciones para enfrentar al ejército de Chiang, entrenado por alemanes y de última tecnología. Las derrotas sucesivas limpiaron las cúpulas del partido y le permitieron a dos jóvenes carismáticos acercarse al poder, un burgués lanzado a revolucionario conocido como Zhou En Lai y un asistente de bibliotecario convertido en un reformista agrario, Mao Zedong. En conjunto ambos lograron establecer un Soviet en el centro de China (en la región de Jiangxi), donde llevaron a cabo una guerra de guerrillas sumamente exitosa, tanto que llamó la atención de Chiang con la intención de destruirlos.

Chiang decidió acabar con la molesta guerrilla con una campaña de cerco conjunto para atrapar a las fuerzas escurridizas y concentrarlas en un punto para su destrucción. Cuatro campañas vinieron, cuatro se fueron (todas un total fracaso debido a la incapacidad de que las fuerzas del KMT pudiesen adentrarse en el territorio, que pudiese interactuar con los señores de la Guerra Aliados o simplemente factores externos como la invasión japonesa de Manchuria). En fin, a pesar del éxito de los comunistas, la facción más soviética de los comunistas le dieron un golpe a Mao Zedong para alejarlo del poder. Pero a pesar de lo que parece, Chiang no era un estúpido. Sabía que para derrotar a los comunistas debía arrinconarlos por medio de tácticas conocidas (construir fortalezas en el territorio enemigo, cruzar el campo con alambre de púas, conseguir transportación rápida y mantener reservas para un contraataque). Finalmente, la Quinta Campaña de Encierro tuvo un éxito sin precedentes y arrinconó a los comunistas en el interior de su soviet.

Para el 10 de octubre, con sólo unas cuantas locaciones a su haber, la red de espías de Zhou En Lai se enteró de que el ejército de la KMT iba a dar su última estocada al soviet de Jiangxi. Advertido por esto, el 14 de octubre se reunió el Soviet y se decidió que la mejor opción sería escapar al encierro. Con la intención de reunirse con los demás ejércitos rojos, la Larga Marcha dio inicio el 16 de octubre de 1934 bajo el amparo de un gran secreto. En total, unos 60 mil efectivos partieron de la ciudad de Yudu al amparo del mayor secreto, mientras 20 mil efectivos se quedarían en la ciudad de Riuijin para llevar a cabo una labor defensiva de contención. Cuando finalmente cae la ciudad el 20 de noviembre, el lider comunista Qu Qiubai y el hermano de Mao, Mao Zetan son ejecutados y expuestos por las fuerzas nacionalistas; pero el daño estaba hecho. Para cuando el KMT se percata de que la principal fuerza comunista se les han escapado ya es demasiado tarde.

Escape de Jiangxi


El primer objetivo de la columna comunista era escapar del encierro que le impusieron los efectivos del KMT. Para la fortuna de los comunistas, estos pudieron identificar un área en el bloqueo comandada por unidades de el señor de la guerra Chen Jitang. Bajo la acción de cobertura de Fang Zhimin (cuyas fuerzas quedaron destruidas al chocar con las fuerzas del KMT), Como era probable que el prefiriera preservar sus fuerzas antes de luchar, Zhou en Lai llegó a un acuerdo y los comunistas pasaron muy cómodamente a través de los controles bajo su comando, casi sin ser molestados. El Ejército Rojo cruzó el río Xingfeng, y atravesaron las provincias de Guandong y Hunan hasta alcanzar las fortificaciones del rio Xiang. Pero ya puestos sobre aviso, las fuerzas nacionalistas alcanzaron a los comunistas y entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre les infligieron una grave derrota militar que redujo sus efectivos militares y su moral. A pesar de que Zhou en Lai mantuvo la calma (eufemismo usado a menudo por los victoriosos para darse importancia a posteriori ante las situaciones desesperadas), el liderazgo comunista se vio sacudido, lo que a la larga brindaría la oportunidad para un cambio de liderazgo.

Estableciendo la ruta de escape


Después de la vapuleada recibida, los lideres comunistas sabían que Chiang vendría tras ellos, lo que arruinaba los planes de unirse con los restantes ejércitos comunistas que operaban en China. Aunque los líderes militares de la expedición favorecían quedarse en Hunan para contactarse con el Ejército Rojo que operaba en el área; Mao le sugirió a Zhou que en su lugar se dirigieran a la región de Gizhou, donde se esperaba que las fuerzas del KMT fuesen menores. Como la suerte recompensa a los atrevidos, los comunistas capturaron Zunyi en el oeste de la región de Gizhou el 15 de enero de 1935, ante la poca resistencia de los efectivos del KMT. En la Conferencia de Zunyi llevada a cabo entre el 15 y el 17 de enero todo el Politburo sufrió un cambio de estructura. Sólo Zhou en Lai sobrevivió la purga sucedida durante la conferencia, y aunque no consiguió el poder de inmediato, Mao Zedong logró convertirse en el asesor de Zhou para el resto de la campaña, uniendo su nombre al éxito o fracaso del movimiento. Pero lo que estaba claro era una cosa, su mejor oportunidad residía en el Norte.

Escape hacia el Norte


Durante los siguientes seis meses los efectivos comunistas llevaron una campaña de confusión y desorientación mientras continuaban su movimiento hacia el Norte. Uno de los objetivos principales de este movimiento era encontrarse con el Cuarto Ejército Rojo que operaba en la provincia de Henan. Para esto, ante la vista de la KMT, el Ejercito Rojo se dirigió hacia el Oeste y el Sur sobre las provincias de Guizhou, Sichuan, and Yunnan; mientras distraían a las fuerzas de Chiang. Solo es hasta que logran cruzar el río Yang-tze que sus persecutores pierden el rastro, pero los comunistas deben enfrentar altos pasos montañosos, donde ocurre la batalla del puente Luding uno de los eventos de propaganda más significativos de los comunistas en las siguientes décadas. Ya sobre territorio de los señores de la guerra, los comunistas tuvieron un paso más tranquilo (aunque siempre hostigados) debido al deseo de los Señores de la Guerra de las zonas donde pasaban de no usar sus fuerzas para enfrentarlos.

La Reunión de los Tres Ejércitos y el final de la marcha.


Para Junio-Julio de 1934 los comunistas logran alcanzar las inmediaciones de Henan, y logran reunirse con el Cuarto Ejercito Rojo de Zhang Guotao. Esto provoco un problema político inesperado, porque Zhang poseía mucha mayor fuerza militar, lo que le daba una palanca para la toma de decisiones y el liderazgo del partido. Sin embargo, Zhang y Mao discrepaban sobre los movimientos que debían tomar a continuación, Zhang quería dirigirse hacia el Suroeste mientras Mao deseaba continuar hacia el norte, hacia Shaaxi. La discrepancia dividió ambos ejércitos, donde el Cuarto Ejército fue destruido por los esfuerzos combinados de Chiang y el Clique Ma (de ascendencia islàmica) y cuyos restos se incorporarían más tarde al Primer Ejército en su destino final.

Luego de su propio enfrentamiento con el Clique Ma, el Primer Ejército llegó a Shaanxi en Octubre de 1935. De los más de 80 mil hombres que comenzaron la peregrinación solo llegaron 10 mil, 7 mil de ellos pertenecían al ejército original que partió un año antes. Los restos del Cuarto Ejército se reunieron para final de año junto con el Segundo Ejército en 1936; que dirigido por He Long, que operaba en la provincia de Hubei inicio su propia marcha en dirección al Norte en Noviembre de 1935 a través de los macizos tibetanos. 

Consecuencias


Es difícil prever las consecuencias totales de la Larga Marcha en términos de éxito o fracaso, pero varias cosas quedaron muy claras. La primera es que el Partido Comunista Chino había sobrevivido uno de los momentos más adversos de su historia y en la remota provincia de Shaanxi podrían restablecer sus fuerzas fuera del círculo hostil del Kuomingtan. Lo siguiente que quedó claro es que todo el liderazgo del partido comunista chino cambió durante la marcha, lo que solidificó el poder de Zhou En Lai y trajo al siempre controversial Mao Zedong a las primeras filas de la notoriedad. Esto le permitiría al Canciller Mao iniciar la carrera política que lo transformaría en el futuro en la figura más importante de China durante las siguientes décadas.

A pesar de los alegatos comunistas, lo que salvó su causa fue la necesidad del KMT de formar un frente común para detener a un enemigo común, los japoneses. Encargados de hacerle frente a los odiados nipones en el Norte, el Partido Comunista tuvo un relativo éxito ganando el corazón de los agricultores y formando el núcleo de un inmenso ejército. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial la guerra entre el KMT y la CCP se reinició a todo lo largo y ancho en un territorio que ninguno de los dos preveía, Manchuria. Allí quedo destruido el espinazo militar de la KMT, que en menos de un año vio derrumbarse su posición en toda China y para 1949 simplemente tuvieron que salir huyendo a Taiwan. Con el establecimiento de la República Popular China, Mao instauró el partido, tomo el poder y de paso logró transformar a China en un estado en el sentido moderno.


Lo importante de la Larga Marcha fue lo que sucedió después. Sin detenerse en explicaciones de Guerra Fría, Teoría de Domino y la política de acercamiento; China tuvo un antes y un despuès. Antes de 1949, a pesar de todos los esfuerzos del KMT, China era un pueblo que no poseía un estado, sino que era una distribución de fuerzas regionales muy diversas que estaban reunidas de nombre bajo una sola fuerza que ni siquiera tenía el control de toda la fuerza armada a su mando. Después de 1949, China se transformó en un estado Westphalia en todo el sentido de la palabra, con un conjunto de leyes, un partido político con miembros que habían sobrevivido a la Larga Marcha fiel a su causa comunista y un indisputable control de la violencia. La razón de que los comunistas sobrevivieran es lo que nos tiene ahora en este momento contemplando a China como un gigante, esto jamás habría sucedido si estos valientes hombres hubiesen tomado la decisión de correr para vivir otro día, dando inicio a un evento que cambio al mundo.

Babi Yar; el inicio de la infamia.

Interesado en aumentar el bagaje cultural y compartir con los escritores de mi país (los cuales con todo respeto todavía se encuentran atrapados entre las hojas del papel en lugar de, en palabras Froilán Escobar, salir y procurar el éxito en el extranjero para obtener el reconocimiento en nuestra nación); dedique mucho de mi tiempo entre buses a leer Eterna, de Gustavo Armando Obando Vargas, primera producción nacional de opera espacial salida en el 2010. De esta forma, mientras decidía de que hablar, recordé de sus líneas uno de los acontecimientos más tristes de la historia de la humanidad. Porque hoy se cumple 71 años de uno de los eventos más horrorosos de nuestra historia. Me refiero a la Masacre de Babi Yar.

OJO! Las siguientes imágenes pueden ser perturbadoras. Se sugiere la supervisión de adultos.


Luego de que la campaña relámpago de la Alemania Nazi ocupara la parte de la Unión Soviética que hoy se conoce como Ucrania. Como parte de su ideología, detrás del ejército conquistador se desplegaban las unidades especiales (las Einsatzgruppen), grupos especiales de la SS cuyo objetivo era deshacerse de los indeseables en el territorio que iban tomando. De esta forma, los asesinatos y las deportaciones se incrementaron durante el verano.

A la caída de Kiev el 19 de setiembre de 1941; las autoridades de ocupación alemana de inmediato se acogieron a esta labor con placer. De esta forma, cuando el 24 de setiembre una serie de explosiones en la ciudad mataron a cientos de alemanes, fue natural para un régimen orientado a la conquista y devastación buscar la revancha por este evento.

El 28 de setiembre el ejército alemán colocó el siguiente anuncio por todas partes en la ciudad.
"Todos los judíos que viven en la ciudad de Kiev y en su vecindad deben presentarse a las 8 de la mañana del día 29 de septiembre de 1941, en la esquina de las calles de Melnikovsky y de Dokhturov (cerca del cementerio). Deben llevar con ellos sus documentos, dinero, objetos de valor, así como ropas, ropa interior, etc. Cualquier judío que no acate esta instrucción será ejecutado."


Obedecieron unas 30.000 personas. Ellos pensaban que iban a ser deportados, pero lo que no sabían era que serían guiados a un sitio preestablecido por los oficiales, una ondonada profunda, donde deberían abandonar su equipaje, desnudados, serían llevados al barranco, puestos boca abajo y ametrallados sin piedad. Cuando fue descubierto, se desató el pánico pero ya era demasiado tarde, los siguientes tuvieron que tumbarse sobre los cadáveres hasta que completaron su labor. Posteriormente, serían asesinadas en este lugar más de 60.000 personas, entre comisarios políticos, gitanos y más judíos.




Aunque intentaron ocultarlo, las autoridades alemanas no lo lograron y los crímenes quedaron expuestos a la luz pública. Por este acto en contra de la humanidad, sus principales perpetradores fueron condenados entre 1946 y 1947, tras lo que Paul Bloel fue ejecutado en la horca en 1951.


Para efectos de este blog, recordar esta masacre es importante. Cuando las Naciones Unidas se reunieron en torno a Nuremberg para prometer que estos eventos jamás se repetirían, la generación que vivió estos eventos lo hizo con la seriedad del caso. Pero, tal como sucedió en el libro de Jueces, cuando está generación comenzó a desaparecer, la humanidad permitió que esta clase de actos se sucediera con asombrosa regularidad. Camboya (gracias don Alexánder), Ruanda, Kosovo son los ejemplos más recientes de que el odio del hombre hacia el hombre se puede desatar de nuevo. Si eres diferente, sin importar tu raza, religión, ideología o forma de pensar; y eres una minoría en un país que te es hostil, siempre existe el peligro de que este acto se repita. Porque la forma más fácil en que los humanos podemos asumir la realidad es culpando a otros. Aunque es cobarde, es costumbre de la humanidad, es costumbre de todos los seres, y no hay mucho que podamos hacer en contra de nuestra naturaleza.









15 de Setiembre, Día de la Independencia

Cuando se habla del proceso de emancipación de un país, muchas veces entramos a un área gris de la historia. Debido a que es el punto de arranque de uno o más estados, este evento es tratado con todo el respeto que se merece por las autoridades de la nueva nación. Esto no es extraño en Europa ni en Asia, donde imperios coloniales han dado lugar a naciones poderosas (Turquía) o al resurgimiento de estados oprimidos (Polonia). Pero en América, el evento de independencia de nuestras naciones conlleva una gran diferencia con respecto al continente. Nuestra historia está entrelazada al Continente Europeo, por lo que los pocos años desde la emancipación son los únicos que podemos considerar propios de nuestra historia.

La debilidad del Reino de España, que había sufrido una brutal ocupación durante la Guerra de la Península, así como la división entre conservadores y liberales; dio valor a los diferentes grupos políticos secesionistas de América, que en cosa de unos pocos años comenzaron a proclamar su independencia. Argentina, Chile, Venezuela, Colombia y México iniciaron durante los siguientes diez años sus procesos de independencia; que conllevaron una lucha ardua, sangrienta y brutal; que a la postre destruiría el Imperio Español y pasaría a sus antiguas colonias al eje de influencia del Imperio Británico hasta finales del siglo XIX (más que todo por las deudas de la misma Guerra de Independencia).

En 1821, con el Plan de Iguala, Agustín de Iturbide proclamó oficialmente la Independencia de la Nueva España, lo que se transformaría en los Estados Unidos Mexicanos durante el siguiente siglo. Cuando la noticia llegó a Guatemala, tanto independentistas como conservadores sabían que los dados habían sido lanzados. Frente a un imponente Ejército Trigarante, la dividida Capitanía General de Guatemala quedaría sola, desprotegida y a la merced de un poderoso ejército sin esperanza de refuerzos de la madre patria.


Los acontecimientos lógicos se precipitaron con suma rapidez. Bajo la presión de los elementos liberales, el 9 de marzo de este año ocupa la capitanía general Gabino Gainza, un hombre anciano e indeciso, influenciable ante los acontecimientos que se presentaban. La agitación social que se produjo después de esto provocó que el capitán llamara a una reunión de notables para discutir sobre los pormenores de la independencia de toda la capitanía. El elocuente discurso de José Cecilio del Valle, quien redactaría el documento de independencia, conmovió y convenció a los indecisos sobre la necesidad de la independencia, pero que esta debía ser oída por todas las provincias para saber su criterio. Pero la presión popular (no se puede desestimar el poder de las masas) permitió que esta fuese proclamada el 15 de setiembre de 1821.
1. º Que siendo la independencia del gobierno español la voluntad general del pueblo de Guatemala, i sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el señor jefe político la mande publicar, para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.
Art. 1 del Acta de Independencia.
Durante los años posteriores a la independencia, esta clausula provocaría grandes diferencias entre los países centroamericanos con respecto a su celebración. Porque debido a la presión popular en Guatemala, el señor del Valle especifico que  solo este pueblo era quien expresaba dicha voluntad. De esta forma, cuando el documento llegó a Costa Rica, era finales de octubre de 1821, y fue ratificado el 29 de octubre. Pero es innegable que sin el esfuerzo inicial de nuestros hermanos guatemaltecos, hubiese sido difícil dar el paso siguiente.


Para la dicha de toda Centroamérica (incluyendo Panamá y Belice que lo lograron posteriormente), la independencia se consiguió de forma pacífica. España no luchó por esta parte de su imperio tal como lo hizo por el sur y el norte. Pero todo el istmo pagó con sangre esta victoria pacífica. La Invasión del Imperio Mexicano, que perdió Chiapas para siempre de la memoria de Centroamérica y sumió al Salvador en una guerra triste y desagradable; es un episodio que nadie recuerda de nuestra independencia. Pero para Costa Rica, el evento fue decisivo por otra razón. En la Primera Guerra Civil del país, San Jose gano su derecho a ser la capital del país merced a su victoria en la Batalla en el Alto de Ochomogo en 1823. Aunque pasarían 12 años para confirmar su posición, este evento en la historia brindó al país una enorme estabilidad (a diferencia de la disputa de medio siglo entre León y Granada en Nicaragua), que le permitió formar el carácter de la nación, y su eterna orientación a la solución pacífica de los problemas.

En La Guerra del Borde Interno, muchas de las naciones que conforman la Alianza Unida de Planetas obtuvieron la independencia de la misma forma, regalada por los grandes poderes bajo la amenaza velada de terceros. Al igual que con Centroamérica, estas naciones no tuvieron que luchar por su derecho a convertirse en estados independientes sino hasta casi un siglo después. Porque aunque no hayamos pagado con sangre nuestro derecho a ser independientes, debemos estar dispuestos a luchar por nuestros derechos. Eso es algo que la sociedad ha olvidado, mientras observamos con indiferencia como se debilita nuestra democracia y quedamos en manos de quienes si tienen interés en nuestro estado. El precio de la libertad es la eterna vigilancia, y eso es algo que jamás debemos olvidar.


La Batalla de Tannenberg; el inicio del fin para Alemania.

¡Alemania está en peligro! Bueno, eso es lo que la extrema derecha proclamó durante los primeros cuarenta años de vida del gran Imperio Alemán. Desde su formación en 1871, la solución realista de Otto von Bismark concibió a una Alemania autosustentable, en la que todas sus comunidades fueran homogéneas y no hubiese alguna fuga imprevista que despedazara su esfuerzo. A pesar de haber sido despedido de su empleo por el Kaiser Guillermo II, su trabajo permitió la continuidad de una Alemania que increíblemente se ha conservado hasta nuestro tiempo. Aunque ha perdido tamaño y la prominencia continental de antaño, sólo existe una Alemania, donde vive el pueblo alemán. Y este lugar está contenido dentro de la imagen política que había concebido Bismark a lo largo de su vida.



Pero Guillermo II no era su abuelo, ni su padre. Como todo buen gobernante impaciente, de temperamento fuerte y cuya única virtud era su ambición pura; su deseo de opacar a sus primos y el desprecio (compartido) que sentía con Francia lo volvió enemigo de toda Europa. Así que cuando decidió apoyar al emperador Francisco Fernando I de Austria en su empeño de castigar a Serbia, terminó desatando la primera gran guerra mundial de toda la historia. Para su dicha, el cuerpo de oficiales alemán era el mejor que se podía encontrar en el mundo. Incluso, un genio fallecido hacía tres años (Alfred von Schiefflen) había concebido una operación tan majestuosa que sacaría a Francia de la guerra antes de que los rusos pudieran movilizarse completamente para pasarle el rodillo a los alemanes. Pero tal como Carl von Clausewitz predijo más de un siglo atrás, "ningún plan sobrevive el primer contacto con el enemigo".

Para Agosto de 1914 Rusia estaba movilizada y Prusia Oriental se encontraba entre sus primeros objetivos. Una urgida Francia solicitó su ayuda para liberar la tensión que estaban sufriendo en el Frente Occidental. De esta forma, el Primer Ejército Ruso al mando del general Pavel von Rennenkampf invadiría esa enorme saliente en el Imperio Ruso desde el este, mientras que el general Alexander Samsonov atacaría desde Polonia al suroeste con el Segundo Ejército. El plan era bastante simple en papel, hacer avanzar las dos aplanadoras hasta rodear y destruir a los alemanes en Prusia Oriental.

Fieles a su forma de ser, los alemanes se prepararon diligentemente en caso de esa eventualidad. La ciudad de Königsberg (hoy conocida como Kaliningrado porque gracias a la Segunda Guerra Mundial ahora pertenece a Rusia) fue reforzada por una serie de fortificaciones que protegerían la ciudad. Así mismo, se conservaría al Séptimo Ejército Alemán en la zona para sostener a los rusos, mientras el Octavo Ejército se mantendría como reserva por detrás del Vístula. Lo único que tenían que hacer era aguantar el tiempo suficiente para que el Plan Schiefflen se llevara a cabo y Francia saliera de la guerra. Por lo menos ese era el plan (von Clausewitz, la humanidad te odia por decir la verdad).


Tal como suele suceder, el Octavo Ejército no contenía lo mejor de lo mejor, sino que era un puesto de "retaguardia" dónde se enviaba a podrir a los elementos indeseables del Ejército Alemán. Tanto el general Hermann von Francois (insubordinado sin remedio) como el general Alfred von Mackensen (a punto de retirarse) eran extraordinarios oficiales a pesar de sus problemas. Pero su superior inmediato, Maximilian von Prittwitz jamás había comandado en combate nada superior a una compañía en la guerra inmediata en la que peleó (la Guerra Franco-Prusiana). Aristócrata bien posicionado, de una familia de abolengo, era más un general de modales. Animado por la primera victoria en manos de von Francois (al desobedecer órdenes) en la batalla de Stallupönen (17 de agosto), pensando que sólo había un ejército ruso en el campo; von Prittwitz apostó el destino de Prusia Oriental en la batalla de Gumbinnen (20 de agosto) y perdió.


Sin importar de quien la culpa del retraso que provocó la derrota (von Mackensen y von Below cojeando con sus fuerzas), esto se combinó con la situación en el suroeste, donde un ejército ruso apareció de la nada para amenazar su flanco. Con un ejército que no podía derrotar al frente y otro ejército fresco a su espalda, von Prittwitz perdió el nervio y ordenó una retirada general de todo el Octavo Ejército, detrás del río Vístula. Por supuesto, cuando la orden llegó al alto mando alemán, no les gustó para nada la decisión, por lo que fue destituido en el acto. En una de las pocas decisiones efectivas que tomaría durante la guerra (bueno, lo que pudo pelear de ese año), el general Helmut von Moltke el Joven decidió que era políticamente inaceptable perder a Prusia Oriental. Casualmente, había mandado a llamar a un joven general que había sido clave en la toma de Lieja. A pesar de encontrarse en medio de las operaciones de sitio de Lamur, Erich Ludendorff acudió de inmediato y fue asignado como Jefe de Operaciones del nuevo comandante del Octavo Ejército, un oficial de escritorio retirado de nombre Paul von Hindenburg. Luego de encontrarse en Hannover, en el tren camino a su nueva asignación ambos oficiales entablaron una relación que duraría el resto de la guerra.

Al llegar al frente, la situación resultó no ser tan alarmante como la imaginaban. Gracias a la colaboración del coronel Max Hoffman ambos fueron puestos al tanto de los acontecimientos. Debido a los problemas de suministros, el general von Rennenkampf había detenido el avance de su Primer Ejército para ponerse al día. En cambio, el general Samsanov se adentraba cada vez más en Prusia Oriental. Pero había dos cosas que se hicieron evidentes de inmediato; Hoffman sabía (y puso al corriente a sus superiores) que los dos generales rusos no se llevaban bien desde la Guerra Ruso-Japonesa, y para empeorar las cosas, por alguna razón los rusos enviaban sus transmisiones inalámbricas sin codificar, algo que resultaba increíble para ambos. Pero lo más reconfortante de todo, tenían un plan de acción para evitar el desastre.

El conde de Waldersee (el jefe de operaciones de von Prittwitz), puesto al día con la diferencia entre ambos generales, apoyó la sugerencia del coronel Hoffman de enviar a un cuerpo del ejército para tratar de acorralar al Segundo Ejército, aprovechando que el Primer Ejército no se movía. Cuando sus nuevos superiores llegaron, ambos se pusieron al día y bajo sugerencia del Ludendorff sólo se dejó una división de caballería haciendo pantalla al Primer Ejército Ruso mientras movía por tren al resto del Octavo Ejército para acorralar a Samsanov (23-26 de agosto). Esto fue una maniobra sumamente arriesgada, ya que el Primer Ejército había comenzado a moverse. Pero gracias a las transmisiones inalámbricas, estuvieron conscientes de que ninguna de las dos fuerzas rusas pensaba reunirse por el momento. De esta forma dejaron que las cosas tomaran su rumbo.

El 26 de octubre, el XVII Cuerpo Alemán inició el combate en el flanco izquierdo. Para ese momento, el flanco derecho de los rusos colgaba en el aire. Mientras tanto, el avance del Primer Ejército hacia Tannenberg fue obstaculizado por el XX Cuerpo. El único avance exitoso se dirigía al poblado de Allenstein. El 27 de octubre Francois inicia su ataque sobre el I Cuerpo Ruso y lo hace retroceder. Entonces, al sentir la resistencia Samsonov ordena detener el ataque sobre Allenstein y enfocarse en Tannenberg. Para este momento ya todo el grueso del Segundo Ejército Ruso se encontraba en el área.


El 28 se hizo evidente la situación. Retrocediendo en su ala izquierda y sin posibilidad de avanzar en el centro, Samsonov ordena una retirada general hacia el sur. Pero el XVII Cuerpo Alemán ya se había movido a las inmediaciones de su área de reagrupamiento en el Frongeau. Cuando los rusos llegaron se percataron de que estaban completamente rodeados. Luego de ser ablandados por la artillería durante el día 29, el grueso de todo el Segundo Ejército Ruso se rinde para el 30 de agosto. Al costo de 15 mil hombres los alemanes habían capturado 92 mil hombres y matado a otros 78 mil. Era la primera gran victoria alemana (y una de las más significativas) de toda la guerra.



Para los rusos el desastre fue más allá de lo que habían imaginado. Aunque era gran amigo del zar, el general Samsonov se suicida para evitar la vergüenza de entregar el informe de su derrota. El Primer Ejército Ruso, debatido entre el ataque a Königsberg y apoyar al Segundo Ejército queda mortalmente esparcido a lo largo de Prusia Oriental, por lo que Hindenburg ordena el traslado de todo el Octavo Ejército por tren al área de los lagos de Masuria donde lo golpeó con fuerza y lo obligó a retroceder. Pero otros acontecimientos en el frente austrohungaro impedirían a los alemanes tomar la iniciativa y adentrarse en la rusia zarista.


Como un orgulloso y determinado aristócrata apenado por la falta de lustre de su madre, Paul von Hindenburg es quien decide nombrar la batalla como Tannenberg, obligando a Eric Ludendorff a trasladarse a la ciudad para de ahí dar el parte. Él sabía muy bien que a pesar de haber ocurrido en las inmediaciones de Allenstein, Tannenberg evocaría el sentido del nacionalismo alemán y convertiría a sus triunfadores en héroes, lo que así fue. Hindenburg con el tiempos se convertiría en la figura paternal que guiaría a Alemania en la guerra y durante la República de Weimar. Pero lamentablemente, conforme envejecía este imponente político se tropezaría con otro veterano que tomaría el poder a su lado de forma democrática. Cuando él murió, Adolf Hitler construyó un enorme mausoleo en el área, el cual destruyo hacia el final de la guerra.


El éxito alemán en la batalla de Tannenberg resalta el nuevo tipo de guerra que se lucharía en esta contienda. A pesar de la enorme aplanadora frente a ella, el Octavo Ejército Alemán pudo llevar a cabo su movilización completa por tren para derrotar en detalle a dos ejércitos completos en dos meses, un logro que muy pocas veces se ha repetido en la historia de la humanidad. Esto le daría una dimensión completa a la guerra, indicando que la victoria o la derrota podría venir de las comunicaciones y de la capacidad de mantener abastecidas a las tropas. Hindenburg y Ludendorff se convertirían en figuras mediáticas en el Imperio Alemán, serían inmunes a críticas y darían a su pueblo varias victorias más antes del desastre final. Y al igual que la batalla del pasado, Tannenberg marcaría un antes y después para el pueblo eslavo. Porque los rusos jamás se recuperarían de este desastre y terminarían con una revolución que trajo al comunismo al gobierno y a la historia de las naciones.

El Escape del Goeben y el Breslau


Durante la historia de la humanidad, han existido momentos en que una fuerza militar se encuentra ante una desventaja militar en que nunca jamás hubiese sospechado encontrarse. Una situación de la que no existe salida posible, pero a través de la cual se mide de lo que están hechos los hombres que se encuentran en ella. Desde tiempos inmemoriales los lectores nos hemos visto cautivados por los relatos de estas aventuras improbables, hemos imaginado que se hubiese hecho en otro caso y como las circunstancias se presentaron favorablemente para poder convertir a sus involucrados en leyenda. Anabisis de Jenofonte (a través de la Expedición de los Diez Mil) nos dio un ejemplo para la posteridad de que una fuerza decidida al mando de un comandante eficiente puede conseguir milagros. Esto mismo sucedió con la pequeña Flota Mediterránea del Imperio Alemán durante los primeros días de la Primera Guerra Mundial.


Es que el Kaiser Guillermo II siempre había tenido ambiciones mundiales. No sólo había comprado, conquistado, violado y ocupado cada lugar que las demás potencias no habían poseído. También quería meterse en el área de influencia de sus odiados enemigos. Francia por supuesto era su principal objetivo, pero la envidia y la verdadera fuente de su odio siempre sería la pérfida Albion (Reino Unido). Por esto, como un pavoreal que se pavonea de sus plumas nuevas, este preparó una pequeña flota para representarlo en el Mediterráneo, en donde en conjunto con las fuerzas que el Imperio Austro-Hungaro y el Reino Italiano pudiera ofrecer consideraba que podía hacer frente a los barcos obsoletos que los franceses y los británicos tenían en este océano. Pero, cuando Italia no honró su parte del trato y se declaró neutral, la situación de esta pequeña flota se volvió insostenible.

Como todo buen oficial aguerrido y de combate, el contralmirante Wilhelm Souchon obedeció de inmediato las órdenes que había recibido por adelantado de la marina alemana. Estacionado en Pola (actualmente Croacia) para el estallido de la guerra, el escuadrón partió del puerto de inmediato aunque no se habían terminado las reparaciones de su nave capitana, el crucero de batalla Goeben. Con esto tenía dos objetivos, evitar quedar atrapado en el Mar Adriático (la suerte de toda la flota Austro-Hungara) y tratar de hostigar a los efectivos franceses e ingleses en el Mar Mediterráneo. Pero, tal como siempre sucede, la situación se volvió cada vez más peligrosa para este osado grupo. El Primer Lord del Almirantazgo (Winston Churchill de fama futura en la próxima guerra) le ordenó a la Flota Mediterránea Inglesa al mando de Sir Archibald Berkeley Milne proteger las rutas comerciales de transporte de los franceses. Este fue realmente específico al proclamar que una fuerza de cruceros no debía enfrentar a una "fuerza superior" sin un respaldo de acorazados correspondiente.

Milne ensambló su flota en Malta el 1 de agosto y le ordenó al contraalmirante Ernest Troubridge que se dirigiera de inmediato a cubrir la salida del Adriático. Pero por si las dudas, el alto mando llamó a dos de sus cruceros pesados a cubrir la entrada de Gibraltar para evitar que los molestos cruceros alemanes escaparan a casa. Pero los alemanes ya no estaban a la altura de Taranto. Es más, los alemanes ya no estaban en el Adriático. Sin recibir órdenes, el almirante Souchon planeo el bombardeo de Bone y Phillipville en la Argelia Francesa. Luego de separarse para atacar cada blanco, el 3 de agosto la pequeña flota se enteró de la declaración de guerra del Imperio Alemán a Francia. Para el 4 de agosto, la pequeña flota recibió una orden aún más perturbadora, proveniente del mismo almirante Tirpitz. "Proceda a Constantinopla". Estando tan cerca de su objetivo, Souchon no renunció a bombardear ambos blancos bajo bandera rusa, pero una vez terminada esta labor obedeció la orden y ambos partieron hacia Messina como alma que lleva el diablo.

La primera oportunidad que tuvieron los aliados de detener a estos intrépidos alemanes estuvo en manos del almirante frances Augustin Boue de Lapeyere. Como jefe de la Flota Mediterránea y con tres escuadrones a su mando (incluyendo varios cruceros acorazados pesados), este almirante pudo haber ordenado interceptar a los incómodos e inferiores en número alemanes. Pero era un oficial promedio, con una carrera prometedora de su juventud pero en este momento con más de sesenta años. Simplemente se apegó a la orden de defender a las ciudades y supuso que se retirarían hacia el Oeste (Gibraltar). La segunda oportunidad vino de parte del almirante vino de parte de los dos acorazados enviados a Gibraltar (Indefatigable e Indomitable), que pasaron a línea de vista de ambas embarcaciones. Pero eran las 9:30 del 4 de agosto. La declaración unilateral de guerra se presentaría hasta en la tarde, así que los atrevidos alemanes escaparon de nuevo de una segura destrucción por pura suerte.


Cuando Churchill ordenó la persecución de ambas naves, Milne dio la orden a sus cruceros de regresar. Pero estos no podían mantenerle el paso a los alemanes, así que cuando el HMS Dublin perdió el rastro de ambas naves en Sicilia, ellas pudieron llegar tranquilas a Messina. Pero mientras recargaban carbón, el almriante Souchon recibió las peores noticias. En primer lugar, el Imperio Austro-Hungaro no apoyaría a las naves ni se arriesgaría a salir del Mar Adriático. La segunda mala noticia es que el Imperio Otomano se retractó de su promesa y no iba a entrar en guerra de parte de los poderes centrales. ¿O quedar atrapado en el Adriático o recluidos ante una potencia neutral en el Mar Negro?


Los italianos no se la pusieron fácil y fueron muy estrictos con sus 24 horas para aprovisionarse. Pero el almirante Milne se apegó a sus órdenes, respetó la neutralidad de Italia (conservándose en aguas internacionales), desplegó a sus cruceros de batalla hacia el Oeste (dónde todavía suponía que se iban a dirigir) y le ordeno al comando del almirante Troubridge que vigilara la entrada al mar Adriático para impedir el escape de los alemanes. Pero los cruceros armados a su disposición no podían superar al Goeben en velocidad ni en poder de fuego. Para cuando los barcos alemanes partieron de puerto y estuvieron a línea de tiro, Troubridge siguió la orden de Winston Churchill, y no combatió cuando pudo interceptar las naves porque no contaba del apoyo para enfrentar a una "fuerza superior"; y como no recibió confirmación de su superior abandonó la persecución la noche del 5 de agosto. Los alemanes habían escapado.


Sólo el crucero Gloucester continúa a la vera de los alemanes, pero como tenían planeado recargar en alguna parte de Grecia, el Breslau lo enfrentó en combate y lo dejó atrás. Cuando Milne se dio cuenta de que los alemanes huían "hacia el Este" trató de coordinar una fuerza de combate efectiva, pero como Inglaterra le había declarado la guerra al Imperio Austro-Hungaro decidió que lo mejor era mantener tapado el Mar Adriático en lugar de perseguir a los alemanes. Finalmente para el 9 de agosto, Milne dio la orden de perseguir a las molestas naves alemanas, bloqueó el Mar Egeo y se dispuso a esperar, seguro de que el almirante Souchon no se atrevería a dirigirse a los Dardanelos. Se quedó esperando.


Souchon se reabasteció de carbón en la isla Donoussa el 9 de agosto, y violando toda clase de tratados se adentró por el estrecho de los Dardanelos el 10 de agosto de 1914. Con los británicos detrás de ellos, la diplomacia alemana convenció a Enver Pasha de dejarlos pasar y prohibir a los británicos continuar su persecución. Pero el Imperio Otomano era un país neutral, haber recibido a estas naves violaba su neutralidad. Por medio de la diplomacia, el Imperio Alemán ofreció como obsequio ambas naves al Imperio Otomano, que gustoso recibió los nuevos barcos en una pequeña ceremonia el 16 de agosto del 1914. Esto produjo un gran alivio a Gran Bretaña, pero de haber sabido lo que sucedería después no hubieran celebrado con alegría.


El destino se encargó de tornar esta extraordinaria aventura en ventaja para las Potencias Centrales. Debido a la guerra, Winston Churchill en su puesto de Primer Lord del Almirantazgo había requisado dos barcos en construcción para los turcos para usarlos en su propia flota. El problema es que el pueblo turco entero había pagado (por medio de rifas y bonos) para la construcción de estos acorazados. La entrega simbólica de la Flota Mediterranea Alemana a manos turcas fue un golpe mediático que desbarató el apoyo del ala anglófila del Imperio Otomano. Antes de terminar el año, los turcos entrarían a la guerra del lado de Alemania. Antes de terminar la década, el último califato de la historia desaparecería, hundiendo al Cercano Oriente en una crisis de identidad que aún hoy no ha terminado.

El Escape del Goeben y el Breslau es un vivido ejemplo de que un comando naval no puede estar atado por órdenes confusas, y en caso de no tener nada en claro el mejor curso de acción es uno decisivo. El contralmirante Souchon, ante la expectativa de quedarse atrapado en el Adriático o en los Dardanelos, sin saber donde se encontraba la flota británica escogió la ruta más larga de escape. Esto lo transformó en un héroe en Alemania, un almirante agresivo que fue la pesadilla de la flota rusa en el Mar Negro y le brindó prestigio en una naval que iba desapareciendo. En cambio, el almirante Milne, el almirante Troubridge y el almirante Lapeyere no recibieron ningún otro comando durante el transcurso de la guerra, fueron duramente criticados y quedaron al margen de cualquier otra maniobra. El resultado timorato de esta acción motivaría al almirante Cradock a acometer un ataque suicida en la Batalla del Coronel frente a las costas de Chile en contra del almirante Graf von Spee.


El destino de los vencidos se encargaría de archivar este evento en la historia. Pero más por humillación y por revisión, debemos recordar estas gestas donde personas normales deben enfrentarse a situaciones excepcionales. La aventura del Goeben y el Breslau debe quedar grabada en nuestras mentes, porque es algo que no se volvería a repetir hasta veinte años después, un escape exitoso de una fuerza condenada a la destrucción. Años después, en la Segunda Guerra Mundial, Dunquerque ejemplificaría esto para los británicos. Porque sobrevivir contra todo pronóstico es parte vital de una tradición militar; y estos navíos ejemplificaron el triunfo contra la adversidad.



La violación de Bélgica

El 28 de julio del 2014 se celebra el aniversario más importante de la historia de la humanidad. Con el rechazo de Serbia del ultimátum del Imperio Austro-Húngaro debido al atentado del príncipe Francisco Ferdinando; se desencadeno la bola de nieve que dio inicio a la Gran Guerra, aunque en ese momento nadie tenía idea de las consecuencias que tendría este evento para todo el mundo occidental. Durante estos 100 años Europa dio un giro radical de la monarquía a las democracias representativas, el nacionalismo se iría apagando en el continente (aunque ha renacido como fuerza de palanca de la ultra-derecha para boicotear los esfuerzos de unificación gracias a la crisis económica del 2008) y finalmente homogenizaría las nacionalidades en toda Europa Central, garantizando que jamás habría ninguna excusa o motivo para que se desate de nuevo una guerra tan horrible como las dos anteriores que dominaron la primera mitad del siglo XX.


Pero el militarismo alemán a principios de agosto de 1914 se encontraba frente a una encrucijada. El plan de ataque a Francia, desarrollado por el general Alfred von Schlieffen hacia 1905, dictaba que para no repetir la misma ruta de invasión de Francia de la Guerra Franco-Prusiana, el ejército alemán debía invadir Bélgica. El único problema es que cuando todavía era el Reino de Prusia, el Imperio Alemán había firmado un tratado de no agresión con el pequeño país, que garantizaría su neutralidad. Fue el mismo canciller alemán  Theobald von Bethmann Hollweg quien desechó el tratado, tildándolo de "pedazo de papel". Seguros de que Inglaterra no honraría el tratado ni entraría en guerra al lado de Francia y de que la resistencia el Bélgica sería apenas simbólica; los alemanes atravesaron la frontera el 4 de agosto de 1914. En ambos aspectos se equivocó grandemente, Inglaterra declaró la guerra el mismo día y la resistencia en Bélgica resultó mucho más fuerte de lo esperado.


En la mente de los comandantes alemanes de esta guerra estaba siempre presente el fenómeno de la guerrilla que tuvieron que enfrentar como oficiales menores durante la Guerra Franco-Prusiana. Con el recuerdo siempre vivo de los franc-tireurs, los especialistas tiradores y guerrilleros que hicieron casi imposible el movimiento fluido de las tropas durante la anterior guerra, los altos mandos decidieron que para evitar estas eventualidades, para romper el espíritu de resistencia de un pueblo con tanto coraje como Bélgica, debían destruirlo moralmente y darle un golpe contundente para que nunca se atrevieran a levantar la mano en contra de su nuevo amo.

Aunque hubo indicios y amagos de violencia de parte del Ejército Alemán, la violación de Bélgica como se conocería comenzó en Dinant. Uno de los centros de la industria armamentista belga, la resistencia de la ciudad y la incorporación de civiles convenció a todos los mandos del ejército invasor que tenían un problema de guerrillas formándose entre manos. De esta forma, en todo el centro y el este de Bélgica los alemanes comenzaron a quemar casas y matar civiles que consideraban sospechosos. 

El punto focal de su ira se concentró en la ciudad de Leuven. Luego de su capitulación, el 25 de agosto el ejército alemán entró a la ciudad, desalojó a su población civil y quemó todas las edificaciones. Durante la orgía murieron 248 personas, más de 10 mil quedaron desamparadas y sin hogar, refugiadas en su propia tierra. Pero ellos no pararon allí. Reportes constantes y consistentes daban constancia que por donde pasaban los alemanes se desataba la barbarie. 

En la provincia de Brabant se esparcieron rumores de que los alemanes desnudaban a las monjas, en la ciudad de Aarschot se informó sobre la violación de mujeres. El caos y la destrucción se desató a lo largo del territorio belga por donde pasaban los alemanes, con su cuota de muertos y destrucción que convertiría a Bélgica de la sexta potencia industrial a uno de los países más subdesarrollados de Europa al final de la guerra. Fue tan grave el daño que el Reino de Bélgica en la actualidad no ha recuperado esos niveles de industrialización. 


Si fuera por cuestiones de historia, lo sucedido a Bélgica puede ser un deja-vu debido a la política imperialista que el mismo país impuso sobre el Congo Belga (actual República Democrática del Congo). Sin embargo, el mayor beneficiado de esta orgía de destrucción y muerte protagonizada por los alemanes fue la Entente Cordiale. Tomando hasta el más pequeño rumor y magnificándolo hasta el infinito, los propagandistas de Francia e Inglaterra usaron lo sucedido como excusa para atraer a más aliados a su causa. Al final, esto combinado con la ineptitud diplomática del Imperio Alemán traería a la guerra a Estados Unidos, lo que le permitiría a la Entente sobreponerse en la guerra. Al final, el deseo de revancha de una Francia herida y una Inglaterra casi en la bancarrota serían la cuna de un conflicto más monstruoso que este. Donde estos horrores no sólo se repetirían, sino que se magnificarían hasta dejar al mundo sorprendido por el nivel de maldad que puede albergar el alma del ser humano. En realidad, no ocupamos demonios para que nos susurren, el ser humano por si sólo es lo suficientemente enfermo para cometer actos de maldad más allá de la comprensión. Y aceptar esto, enfrentarlo nos hace más humanos.


Metropolis: San José, Costa Rica. Capital por la voluntad de las armas.


¿Por qué? ¿Por qué la capital de Costa Rica es una de las más jóvenes de toda Latinoamérica? ¿Por qué la capital de un país diminuto y pacífico, sin ejército, de personas que han venido evolucionando en el subdesarrollo y la modernidad consideran su capital a una de las ciudades más horribles de Latinoamérica (sino del mundo). Soy costarricense, pero admito que San José es un basurero. Los turistas sólo pasan por Barrio Amón y existe una ruta establecida para evitar las zonas marginales. Pero en el Parque de la Merced ya no se puede descansar. La basura ronda los bulevares construidos hace dos décadas; las prostitutas, los proxenetas, los traficantes y la policía bailan una danza de iniquidad e indiferencia en las vías de tránsito rápido para persona. Los habitantes que debemos trabajar debemos evitar todo eso y continuar con nuestra vida. Para bien o para mal.


Soy mal costarricense al decir la verdad de una capital que como muchas otras en Latinoamérica sufre de la inoperancia de nuestros gobernantes y de su bien sabida incapacidad de gobernar una democracia en donde no hay un Poder que logre ostentarlo por suficiente tiempo. Pero como nacido en San José, como amante de las armas y que firmemente cree en las palabras de Robert Heinlein de que "se han resuelto mucho más problemas con la violencia que con nada más"; me llena de orgullo vivir en una de las pocas ciudades de todo el mundo que se ganó el derecho de ser considerada la capital de su país por las armas. Así es, San José es capital del pequeño Costa Rica gracias a las armas.


San José nació como muchas otras ciudades del colonialismo español en el año 1738, por órdenes del Cabildo de León. Esta medida tenía un doble objetivo, el primero era poder tener una estructura urbana en el área más poblada del Valle Central (no, el Valle del Guarco donde se encontraba la capital no era el más poblado para ese momento); el segundo era servir como contrapeso a la influencia de la ciudad de Cartago sobre la región. Lo irónico es que la orden fue construir una capilla, "La Boca del Monte", que sirvió como aglutinante para el desarrollo del casco urbano de la ciudad.


A diferencia de muchas otras ciudades, no hubo decreto ni acuerdo para formar a San José. Por lo tanto, en sus primeros años no existía gobierno formal establecido por el dominio español. Es hasta la Constitución de Cadiz de 1812 que San José fue elevada al nivel de ciudad y recibió a su primer gobernante. Lamentablemente, la constitución fue anulada y los derechos de la ciudad sólo fueron reconocidos hasta la segunda década del siglo XIX.

Irónicamente, los acontecimientos sucedidos durante la independencia de Centroamérica fueron el catalizador para que San José ganara su título de capital. El Imperio Méxicano de Agustín de Iturbide ambicionaba consumir centroamérica entre sus redes. Liberales y conservadores se debatían entre obedecer a quien era superior en armamento o optar por un sistema republicano. Agrupados en Cartago, los elementos monárquicos (del emperador Iturbide) dieron el primer golpe de estado del país; como respuesta San José (donde se asentaban la mayoría de los republicanos) respondió a la amenaza y ambas fuerzas se movieron hasta las alturas de Ochomogo en marzo de 1823, donde lucharon una batalla corta por el dominio del país. Los republicanos ganaron, pero imitando la Batalla de Nueva Orleans de 1812, habían depuesto a Iturbide el 19 de marzo del mismo año (maldito problema de comunicaciones). Gracias a la victoria, el comandante Gregorio José Ramirez (que actuaba con poderes plenipotenciarios) ocupó Cartago y en una de sus dos únicas leyes transfirió la capital a San José (¡si!).

Los siguientes años estuvieron llenos de incertidumbre. Tanto las ciudades vecinas de Alajuela y Heredia, así como la antigua capital Cartago deseaban el título y el honor de ser la capital del estado para si mismas. José Rafael de Gallegos, un Jefe de Estado notable que siguió las nobles tradiciones costarricenses, quiso quedar bien con todos estableciendo la Ley de la Ambulancia, que permitiría rotar la capital entre las diferentes ciudades. Fue un fracaso que provocó en parte su caída. En 1835, con los ánimos caldeados, llega un cartagines a gobernar el país, Brualio Carrillo Colina. Abogado pragmático y sin temor a nada, supo lo desasertado de la medida, así que la derogó y decidió transferir la capital a San Juan del Murciélago (ahora Tibas, hogar de la S) por decreto (a unos kilómetros entre San José y Heredia). ¡Ooops!

Es obvio que a nadie le gustó la medida. Alajuela se unió a Heredia, Cartago preparó sus milicias y San José tuvo que enfrentar una guerra en dos frentes en la segunda guerra civil del país, La Guerra de la Liga. Lo interesante es que los josefinos ganaron la guerra en una quincena. El 14 de octubre, los cartagineses fueron detenidos en la Batalla de Cuesta de Moras, entre los botines de guerra se encontraba la imagen de la patrona de Costa Rica, la Virgen de los Ángeles (que misteriosamente no hizo esfuerzo alguno por devolverse a su gruta durante los siete años que estuvo en la parroquia de San José). Una vez ocupado Cartago y libres de problemas, los josefinos ganaron la Batalla del Río Virilla el 28 de octubre y ocuparon a sus otros molestos vecinos. La capital se quedaba en su lugar.


Con la declaratoria de Braulio Carrillo durante su dictadura, San José pasó a ser la capital de Costa Rica de forma permanente, tanto que ni siquiera Francisco Morazán pudo deshacer este entuerto (todavía nos duele haberlo fusilado, pero quién manda al mayor prócer de centroamérica a invadir un estado tan inseguro como este). Y desde entonces, esta ironía de la vida ha estado en el corazón de todos los costarricenses. De como los autoproclamados amantes de la paz tenemos una capital que obtuvo ese honor por las armas. Nadie sabe que vueltas da la vida. Nadie lo sabe.