La violación de Bélgica

El 28 de julio del 2014 se celebra el aniversario más importante de la historia de la humanidad. Con el rechazo de Serbia del ultimátum del Imperio Austro-Húngaro debido al atentado del príncipe Francisco Ferdinando; se desencadeno la bola de nieve que dio inicio a la Gran Guerra, aunque en ese momento nadie tenía idea de las consecuencias que tendría este evento para todo el mundo occidental. Durante estos 100 años Europa dio un giro radical de la monarquía a las democracias representativas, el nacionalismo se iría apagando en el continente (aunque ha renacido como fuerza de palanca de la ultra-derecha para boicotear los esfuerzos de unificación gracias a la crisis económica del 2008) y finalmente homogenizaría las nacionalidades en toda Europa Central, garantizando que jamás habría ninguna excusa o motivo para que se desate de nuevo una guerra tan horrible como las dos anteriores que dominaron la primera mitad del siglo XX.


Pero el militarismo alemán a principios de agosto de 1914 se encontraba frente a una encrucijada. El plan de ataque a Francia, desarrollado por el general Alfred von Schlieffen hacia 1905, dictaba que para no repetir la misma ruta de invasión de Francia de la Guerra Franco-Prusiana, el ejército alemán debía invadir Bélgica. El único problema es que cuando todavía era el Reino de Prusia, el Imperio Alemán había firmado un tratado de no agresión con el pequeño país, que garantizaría su neutralidad. Fue el mismo canciller alemán  Theobald von Bethmann Hollweg quien desechó el tratado, tildándolo de "pedazo de papel". Seguros de que Inglaterra no honraría el tratado ni entraría en guerra al lado de Francia y de que la resistencia el Bélgica sería apenas simbólica; los alemanes atravesaron la frontera el 4 de agosto de 1914. En ambos aspectos se equivocó grandemente, Inglaterra declaró la guerra el mismo día y la resistencia en Bélgica resultó mucho más fuerte de lo esperado.


En la mente de los comandantes alemanes de esta guerra estaba siempre presente el fenómeno de la guerrilla que tuvieron que enfrentar como oficiales menores durante la Guerra Franco-Prusiana. Con el recuerdo siempre vivo de los franc-tireurs, los especialistas tiradores y guerrilleros que hicieron casi imposible el movimiento fluido de las tropas durante la anterior guerra, los altos mandos decidieron que para evitar estas eventualidades, para romper el espíritu de resistencia de un pueblo con tanto coraje como Bélgica, debían destruirlo moralmente y darle un golpe contundente para que nunca se atrevieran a levantar la mano en contra de su nuevo amo.

Aunque hubo indicios y amagos de violencia de parte del Ejército Alemán, la violación de Bélgica como se conocería comenzó en Dinant. Uno de los centros de la industria armamentista belga, la resistencia de la ciudad y la incorporación de civiles convenció a todos los mandos del ejército invasor que tenían un problema de guerrillas formándose entre manos. De esta forma, en todo el centro y el este de Bélgica los alemanes comenzaron a quemar casas y matar civiles que consideraban sospechosos. 

El punto focal de su ira se concentró en la ciudad de Leuven. Luego de su capitulación, el 25 de agosto el ejército alemán entró a la ciudad, desalojó a su población civil y quemó todas las edificaciones. Durante la orgía murieron 248 personas, más de 10 mil quedaron desamparadas y sin hogar, refugiadas en su propia tierra. Pero ellos no pararon allí. Reportes constantes y consistentes daban constancia que por donde pasaban los alemanes se desataba la barbarie. 

En la provincia de Brabant se esparcieron rumores de que los alemanes desnudaban a las monjas, en la ciudad de Aarschot se informó sobre la violación de mujeres. El caos y la destrucción se desató a lo largo del territorio belga por donde pasaban los alemanes, con su cuota de muertos y destrucción que convertiría a Bélgica de la sexta potencia industrial a uno de los países más subdesarrollados de Europa al final de la guerra. Fue tan grave el daño que el Reino de Bélgica en la actualidad no ha recuperado esos niveles de industrialización. 


Si fuera por cuestiones de historia, lo sucedido a Bélgica puede ser un deja-vu debido a la política imperialista que el mismo país impuso sobre el Congo Belga (actual República Democrática del Congo). Sin embargo, el mayor beneficiado de esta orgía de destrucción y muerte protagonizada por los alemanes fue la Entente Cordiale. Tomando hasta el más pequeño rumor y magnificándolo hasta el infinito, los propagandistas de Francia e Inglaterra usaron lo sucedido como excusa para atraer a más aliados a su causa. Al final, esto combinado con la ineptitud diplomática del Imperio Alemán traería a la guerra a Estados Unidos, lo que le permitiría a la Entente sobreponerse en la guerra. Al final, el deseo de revancha de una Francia herida y una Inglaterra casi en la bancarrota serían la cuna de un conflicto más monstruoso que este. Donde estos horrores no sólo se repetirían, sino que se magnificarían hasta dejar al mundo sorprendido por el nivel de maldad que puede albergar el alma del ser humano. En realidad, no ocupamos demonios para que nos susurren, el ser humano por si sólo es lo suficientemente enfermo para cometer actos de maldad más allá de la comprensión. Y aceptar esto, enfrentarlo nos hace más humanos.


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