Dominador, un término de la historia.


Durante mucho tiempo, cuando estaba acomodando las ideas en torno a la Guerra del Borde Interno, llegó la hora de preguntarme como llamar a los diferentes representantes de la política del sector del universo que se expresa en estos relatos. Para mi consuelo (y mi desgracia) los términos no son tan difíciles de encontrar. Es más, se encuentran a la vuelta de la esquina en nuestra realidad histórica. De esta forma, durante los primeros años de expansión de la Marina Alemana, como el almirantazgo había sido abandonado y esta se expandía con una rapidez insospechada, los altos rangos militares decidieron poner un rango más a sus promociones. De esta forma nace el Grossadmiral, el Gran Almirante, un rango que representa al comandante en jefe de todas las fuerzas navales de los países europeos, un rango similar al de Mariscal. En base a estos conocimientos, George Lucas utilizó el concepto para diseñar a uno de los primeros personajes siniestros de su saga, el Grand Moff Tarkin (Moff es un título), un comandante superior del imperio inspirado en este conocimiento del pasado, que inmortalizo a Peter Cushing para generaciones futuras.

A pesar del tamaño y la extensión, decidí utilizar convenciones normales para nombrar los territorios y divisiones políticas en la Alianza. Pero al llegar a ciertos grupos étnicos y raciales, me encontré ante la interesante prerrogativa de que términos usar. Específicamente para los forarms y para los kumpala, cuyas sociedades son dictaduras orientadas a su aparato militar con instituciones civiles estables pero frágiles que no pueden sostenerse por si mismas. Durante aproximadamente cinco años me devoré los sesos tratando de encontrar un nombre que fuese reflejo de esta inquietud hasta que lo encontré en la historia de Rumania.

Theodor Aman

Antes de su existencia como nación, lo que ahora se conoce como Rumania se componía de dos principados en disputa entre el Impero Austriaco y el Imperio Otomano; Moldavia y Valaquia. Pero debido al debilitamiento progresivo del Imperio Otomano, en 1859 y aprovechando el resultado de la Guerra de Crimea, Alexander Ioan Cuza (un noble boyardo) consiguió el reconocimiento de Napoleón III para unificar los dos principados en una Unión conjunta. Este fue el nacimiento de la Rumania tal como la conocemos en nuestros días.


Tras una lucha de tres años, el Imperio Otomano finalmente reconoce la independencia de los principados. El 5 de febrero de 1862 la Unión se ratifica, el estado recibe el nombre de Rumania y el es nombrado Domnitor (del latín Dominus o señor). Lamentablemente, sus principios liberales (que lo oponen a los conservadores) y una mal aplicada reforma agrícola (que reciente el pueblo) minan sus bases de poder, por lo que es depuesto por sus antiguos aliados en 1866. Ellos llaman a un príncipe europeo (Carol I de la dinastía Hohenzollern) para que gobierne sus dominios en la forma de un reino (a partir de 1881). Para el pobre Alexander, su vida termina en el exilio en Paris, Viena y Wiesbaden hasta su muerte en 1873.

Detrás de este oscuro evento se encuentra el poder del idioma latín y su influencia en el mundo. Porque la traducción probable de Domnitor (en el uso de la base Dominus) es Dominador. Aunque como lo comente en entradas pasadas, este no sea el nombre con el que esta sociedad se conoce a si misma en su idioma; es el nombre más aproximado que la traducción ofrece para la historia. Y uno con el que me siento a gusto para una dictadura militar con una institución civil subordinada.


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