La Batalla de Stalingrado. ¡La Rendición!


Una vez que la Operación Urano concluyó, el Ejército Alemán en si se encontró ante una de las encrucijadas más importantes de toda su historia, y en retrospectiva de toda la humanidad. El fracaso de la Operación Marte (una operación tan importante como la anterior que falló en presionar el Grupo de Ejércitos Central de los alemanes) significaba que cualesquiera que fuese el esfuerzo que los soviéticos hiciesen a partir de ese momento se debería concentrar en el Sur. Esto no era ningún secreto para nadie en todo el Frente Este. Pero por ahora, los nazis se encontraban contra la pared. Con el Sexto Ejército atrapado en el interior de la ciudad de Stalingrado, con el invierno más crudo que Europa había vivido al frente, la situación era desesperada.


Lamentablemente para el Tercer Reich, gracias al éxito de una operación de abastecimiento en torno a Demyansk el año anterior, motivo a Herman Göering a garantizar el suministro por aire de las tropas en la ciudad. Sin saberlo, el mariscal del Reich había condenado a la ciudad y a sus soldados a la muerte; por pura estadística. Esto se lo hizo manifiesto su mariscal del aire el general Wolfram von Richtoffen (el primo del Barón Rojo), pero las sugerencias cayeron en oídos sordos y los alemanes el abastecimiento aéreo a la brevedad posible.


El efecto del sitio impuesto al Sexto Ejército provocó un cambio en las líneas del Frente Sur. A partir de ese momento el mariscal Erich von Manstein. Considerado uno de los mejores estrategas de la guerra, para el 12 de diciembre logró armar una operación audaz que colocó a los alemanes a cincuenta kilómetros de la ciudad el día 16. Con mucho esfuerzo, los soviéticos lograron rechazar la incursión, pero habían quedado expuestos a un ataque desde el interior de la ciudad. Pero los soldados en el interior no hicieron nada para liberarse por su cuenta. Sin querer el general Paulus había condenado a sus tropas a morir de la forma más horrible que existe.


Para el mismo 16 de diciembre, los soviéticos lanzaron la operación Saturno Menor (Little Saturn); lo cual desbarató el frente a partir del río Don y amenazó con atrapar a las fuerzas desplegadas en el Caucaso. Esto obligó a los alemanes a regresarse sobre sus pasos y abandonar a la ciudad a su suerte. Para el 25 de diciembre, 1280 soldados habían muerto de frío y de hambre. Era evidente que el puente aéreo no tenía ningún efecto para mejorar la situación de la ciudad. Por su parte, las fuerzas soviéticas en el interior de la ciudad continuaban su ataque, retomando los aeropuertos en manos de los alemanes para el 25 de enero. La ciudad se encontraba perdida, y de eso no existía ninguna duda.


Aunque había solicitado permiso para rendirse, el general Paulus fue sorprendido el 30 de enero con la noticia de que la ciudad continuaría resistiendo, acompañada de su promoción a mariscal de campo. La intención de Hitler era que se suicuidara en combate (ya que nunca se había rendido un mariscal alemán durante toda su historia), pero este oficial decidió que había tenido suficiente. Al siguiente día él se rindió junto con todos sus asesores ante los soviéticos, terminando la batalla más decisiva de la historia contemporánea de la humanidad con una gran victoria soviética.


A 70 años del final de esta colosal batalla que mostró los horrores inenarrables de la guerra como nunca antes se habían visto en la humanidad; considero que es un buen momento para reflexionar sobre el efecto que tuvo. Para la Alemana Nazi, cualquier esperanza de poder ganar la guerra con facilidad se desvanecieron. En un golpe magistral de propaganda, en febrero de 1943 Joseph Goebbels emitió el discurso de guerra total que condenaría a Alemania a dos años más de horror y guerra. Al final, el esfuerzo sería inútil. De las cenizas de la Alemania en la mente de Adolf Hitler nacerían cincuenta años de hostilidad entre dos superpotencias que hasta ahora se ha disipado. El mundo tal como existe ahora nació gracias a este evento, donde aunque todos sus participantes lo ignoraron en ese momento, en la actualidad se considera el punto al que pueden llegar dos ideologías y dos hombres por confirmar que tienen la razón. Gracias al Señor, no hemos tenido que repetir este evento nuevamente. Pero a como es el ser humano, es probable que en el futuro veamos esta clase de destrucción y muerte. Esperemos que no vuelva a ser así. Que la sangre de los dos millones de víctimas de esta tragedia nos guíen para jamás repetirlos.

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