"Los frutos de la victoria están cayendo en nuestras bocas muy rápido". Emperador Hirohito (En su cumpleaños) - 29 de abril de 1942
Durante buena parte de 1942, los Estados Unidos de América sólo conoció un frente de combate en toda la Segunda Guerra Mundial. Durante la primera mitad del año, el Imperio Japonés cual aplanadora impresionante apisonó, destruyó y devastó a los Aliados en todos los frentes en que lucharon. Comenzando por Pearl Harbour, las Islas Wade, Filipinas, la Península Malaya, Singapur, las Indias Orientales Holandesas (Indonesia), Burma (Myanamar); todas cayeron muy rápido y en sucesión para el horror de sus defensores, que con cierta impotencia sólo pudieron observar la catástrofe y lamentarla sin saber como reaccionar.
Sin embargo, una serie de victorias aliadas cambiaron el curso de la guerra en unos instantes. Comenzando por la Batalla del Mar de Coral en mayo del 1942, en que un desembarco sobre Puerto Moresby fue evitado y por primera vez naves de combate de superficie no se vieron en combate en la historia de la humanidad (batalla de portaaviones), sólo fue la antesala de la Batalla de Midway, el enfrentamiento más decisivo de la Guerra del Pacífico. En tan sólo un día, el Imperio Japonés perdió dos tercios de su flota de portaaviones de superficie, así como trescientos pilotos que no se podían reemplazar con facilidad. Esta victoria provocó que los japoneses se replegaran, pero aún no se encontraban vencidos.
La Campaña de Guadalcanal fue de los enfrentamientos más decisivos y brutales durante esta larga guerra. Durante los siguientes seis meses (7 de agosto de 1942 al 9 de febrero de 1943); japoneses y americanos se disputarían esa isla con una gran ferocidad. Por mar y por tierra, una tensa paridad se desarrolló entre ambas potencias; especialmente en el mar, donde ambos bandos se repartían el control del océano, de día los americanos por la cercanía del Campo Henderson, de noche los japoneses por su superioridad naval y su entrenamiento en esta clase de combates. Pero la Batalla del Cabo Esperanza fue una revolución que inicio la transformación de esta difícil paridad.
Como parte del Expreso de Tokyo, la denominación que los americanos brindaron a la estrategia combinada de bombardeo y desembarco de tropas, los japoneses enviaron un fuerte contingente naval el domingo 11 de octubre de 1942. Para su decepción, a pesar de las numerosas precauciones, una fuerza de tareas americana se encontraba a la espera de los japoneses en el Estrecho de Savo (que sería conocido como el Estrecho del Fondo de Hierro). Sin embargo, hasta ese momento en la guerra los americanos habían perdido ocho cruceros y tres destructores en enfrentamientos nocturnos contra los japoneses.
El gran cambio introducido en este combate fue el primer uso del radar para localizar al enemigo. Basándose en esta información, el almirante Norman Scott desarrolló un plan de combate meticuloso con sus cuatro cruceros y cinco destructores, para abrumar a los japoneses conforme entraran por el estrecho para llevar a cabo su bombardeo habitual. Por primera vez en la guerra, la fuerza de ataque japonesa fue tomada por sorpresa esa noche, donde en el intercambio asesino murió el líder de la fuerza japonesa, el almirante Aritomo Goto.
Pero una serie de errores de su parte (dividir su fuerza de destructores y de cruceros, verificar de forma poco firme y clara la autorización del ataque) provocó que antes de que los torpedos de sus unidades estuviesen en el agua su flota comenzó a disparar contra los japoneses. Luego de un minuto de intercambio, Scott ordenó un alto al fuego, que le permitió un respiro a los japoneses, que pusieron sus torpedos en el agua y se reorganizaron lo suficiente para contestar este sorpresivo ataque.
Pero una serie de errores de su parte (dividir su fuerza de destructores y de cruceros, verificar de forma poco firme y clara la autorización del ataque) provocó que antes de que los torpedos de sus unidades estuviesen en el agua su flota comenzó a disparar contra los japoneses. Luego de un minuto de intercambio, Scott ordenó un alto al fuego, que le permitió un respiro a los japoneses, que pusieron sus torpedos en el agua y se reorganizaron lo suficiente para contestar este sorpresivo ataque.
Cuando las armas finalmente descansaron y los rivales lograron retirarse, los japoneses habían perdido un crucero y tres destructores a cambio de un destructor norteamericano. Aunque esta batalla no resolvió el grave impase entre los americanos y los japoneses, fue celebrado por la Marina de Estados Unidos porque fue la primera victoria táctica en un combate nocturno contra la Teikoku Kaigun. Además de esto, fue la primera introducción exitosa del radar en combate nocturno desde la batalla del cabo Matapan, ocurrida en el Mediterraneo el año anterior.
Lo que se puede rescatar de esta batalla son dos constantes importantes en el combate para cualquier era. Lo más importante en un combate entre dos enemigos es conservar el factor sorpresa en el enfrentamiento. De segunda importancia, pero no de menos mérito, es que ningún plan resisten su puesta en combate. Para efectos de esta batalla, los errores cometidos por el almirante Scott impidieron obtener una victoria más holgada sobre la naval japonesa. Se requeriría de todo un año para que las lecciones aprendidas de esta batalla se aplicaran con toda su fuerza, y la US Navy consiguiese finalmente destruir a su enemigo en cualquier condición y situación de combate. Esto a la postre es lo que busca todo comandante a la hora de enfrentar al enemigo, su destrucción para no tener que enfrentarlo en un futuro. Esta lección la aprendería Japón, cuando al final de la guerra, con su naval destruida y sus ciudades en llamas, tuvo que bajar la cabeza y "tolerar lo intolerable y sufrir lo insufrible".
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