"La Armada seguía obsesionada con un fuerte sentimiento de superioridad técnica y mental sobre el enemigo. A pesar de la amplia evidencia de las capacidades del enemigo, la mayoría de nuestros oficiales y soldados lo despreciaba y se sintieron triunfadores, seguros en todos los encuentros bajo ninguna circunstancia. El resultado de todo ello fue un letargo mortal de la mente que induce una confianza sin preparación, y una aceptación de las normas de rutina en tiempo de paz que caducan en combate. Creo que este factor psicológico, como causa de la derrota, fue aún más importante que el elemento de sorpresa ".Almirante Richmond K. Turner. US. Navy.
El 7 de agosto de 1942 dio inicio La Campaña de Guadalcanal. La que se transformaría en una de las campañas más sangrientas y extensas que las fuerzas armadas de los Estados Unidos contra el Imperio de Japón dio inicio con el desembarco exitoso de los marines en las islas de Guadalcanal y de Tulagi. Para la noche del 8 de agosto, la isla de Tulagi se encontraba completamente en sus manos. También dichas fuerzas de tareas tomaron la pista de aterrizaje que estaban construyendo los japoneses, que en el futuro se transformaría en el Campo Henderson.
La noticia de este desembarco cayó como una bomba en el comando principal de la marina japonesa en Rabaul. Apenas recuperados de la sorpresa, el almirante Guni'chi Mikawa organizó de inmediato el contrataque por medio de ataques aéreos, así como reunió una fuerza de cruceros y destructores para atacar lo antes posible a los invasores americanos. Con siete cruceros dispuestos para la tarea, sus tripulaciones habían entrenado exhaustivamente en combate nocturno, lo que era desconocido para los Aliados. Con esto en consideración, el almirante Mikawa planifico su acción para entablar batalla la noche del 8 al 9 de agosto, al amparo de la oscuridad y protegidos de cualquier actividad aérea que los pudiera interceptar.
Aunque fueron detectados de antemano (desde las seis de la mañana del 8 de agosto por el submarino S-38 y por aviones de reconocimiento basados en tierra desde las 10 horas), los Aliados no reaccionaron ante semejante amenaza. A pesar de las órdenes del almirante Turner, el almirante John McCain Sr. (John McCain Jr. es su hijo, senador de Estados Unidos y ex-candidato a la presidencia de los Estados Unidos); no encomendó la tarea a ninguno de sus barcos. Por decisión del almirante Crutchley, el oficial superior de la fuerza de cruceros, se dividió la fuerza en dos grupos separados el uno del otro dentro del estrecho de Guadalcanal; y se ordenó a los destructores vigilar el estrecho en intervalos de 12 a 30 km. Como el radar era tecnología nueva, los Aliados tampoco tuvieron esta opción para detectar a la flota japonesa antes de que ingresaran a la Ranura (The Slot), nombre por el que se conoce el estrecho de Guadalcanal.
La primera acción se desarrollo al sur de la isla de Savo. Luego de pasar con una enorme dosis de suerte y sigilo por en medio de la cobertura de destructores, la fuerza japonesa en cinco minutos de acción furiosa hundió al crucero Canberra y despedazó al crucero Chicago. La acción de combate fue tan fugaz y tan sorpresiva que ninguno de los cruceros japoneses sufrió daño alguno. Luego de esto, la fuerza japonesa se dividió en dos columnas y comenzó en su aproximación a encerrar a la segunda fuerza de cruceros aliados al norte de la isla.
Para la perplejidad de los analistas del futuro, la fuerza de tres cruceros aliados al norte de la isla ni siquiera estaba preparado para recibir a los japoneses. Para cuando las tripulaciones de los cruceros Astoria, Quincy y Vincennes entraron en zafarrancho de combate, los japoneses ya habían lanzado sus torpedos al agua y se entablaron en un duelo de artillería en contra de sus sorprendidos rivales. En media hora de furioso combate las tres naves ardían, yacían muertas en el agua y se hundirían antes del amanecer.
A pesar de tener servida la mesa para terminar con las naves de apoyo y de desembarco que se conservaban en el rango de Guadalcanal, el almirante Mikawa decidió retirarse ante la cobertura de la noche, debido a que varias de sus naves estaban tocadas, tardaría tiempo en reorganizar sus fuerzas y temían a la cobertura aérea de los portaaviones de la US Navy en el área (la cual se había retirado la tarde anterior). Este es considerado uno de los mayores errores de los japoneses, pero es analizado a la luz del bando victorioso de la guerra.
Al final, el almirante Turner decidió que no podía proteger a los elementos de apoyo de los desembarcos luego de este desastre. De inmediato ordenó la retirada de todas sus fuerzas, lo que dejó varados en la isla a veinte mil marines, que observaron el desastre en la noche y frustrados vieron como desaparecía la armada sin poder hacer nada al respecto.
A partir de ese momento comenzaría una de las campañas más salvajes de toda la guerra. Durante los siguientes meses, Guadalcanal sería el escenario más sangriento de la guerra, donde japoneses y americanos probarían sus voluntades y sus experiencias en combate. Aunque en esta primera batalla el resultado favoreció a los japoneses, al final, tal como sucedió durante la Primera Guerra Púnica, la voluntad de los Estados Unidos de América fue superior. Las perdidas materiales de esta nación sobrepasaron a las japonesas, pero ellos podían reponerlas con facilidad a diferencia de sus contrapartes japoneses. Al final, la tecnología y la capacidad de producción inclinó el destino de la guerra en favor de los Aliados y les permitió ganar la guerra, tras largos cuatro años de un gran sufrimiento y sacrificio después de Pearl Harbor.
Aunque fueron detectados de antemano (desde las seis de la mañana del 8 de agosto por el submarino S-38 y por aviones de reconocimiento basados en tierra desde las 10 horas), los Aliados no reaccionaron ante semejante amenaza. A pesar de las órdenes del almirante Turner, el almirante John McCain Sr. (John McCain Jr. es su hijo, senador de Estados Unidos y ex-candidato a la presidencia de los Estados Unidos); no encomendó la tarea a ninguno de sus barcos. Por decisión del almirante Crutchley, el oficial superior de la fuerza de cruceros, se dividió la fuerza en dos grupos separados el uno del otro dentro del estrecho de Guadalcanal; y se ordenó a los destructores vigilar el estrecho en intervalos de 12 a 30 km. Como el radar era tecnología nueva, los Aliados tampoco tuvieron esta opción para detectar a la flota japonesa antes de que ingresaran a la Ranura (The Slot), nombre por el que se conoce el estrecho de Guadalcanal.
La primera acción se desarrollo al sur de la isla de Savo. Luego de pasar con una enorme dosis de suerte y sigilo por en medio de la cobertura de destructores, la fuerza japonesa en cinco minutos de acción furiosa hundió al crucero Canberra y despedazó al crucero Chicago. La acción de combate fue tan fugaz y tan sorpresiva que ninguno de los cruceros japoneses sufrió daño alguno. Luego de esto, la fuerza japonesa se dividió en dos columnas y comenzó en su aproximación a encerrar a la segunda fuerza de cruceros aliados al norte de la isla.
Para la perplejidad de los analistas del futuro, la fuerza de tres cruceros aliados al norte de la isla ni siquiera estaba preparado para recibir a los japoneses. Para cuando las tripulaciones de los cruceros Astoria, Quincy y Vincennes entraron en zafarrancho de combate, los japoneses ya habían lanzado sus torpedos al agua y se entablaron en un duelo de artillería en contra de sus sorprendidos rivales. En media hora de furioso combate las tres naves ardían, yacían muertas en el agua y se hundirían antes del amanecer.
A pesar de tener servida la mesa para terminar con las naves de apoyo y de desembarco que se conservaban en el rango de Guadalcanal, el almirante Mikawa decidió retirarse ante la cobertura de la noche, debido a que varias de sus naves estaban tocadas, tardaría tiempo en reorganizar sus fuerzas y temían a la cobertura aérea de los portaaviones de la US Navy en el área (la cual se había retirado la tarde anterior). Este es considerado uno de los mayores errores de los japoneses, pero es analizado a la luz del bando victorioso de la guerra.
Al final, el almirante Turner decidió que no podía proteger a los elementos de apoyo de los desembarcos luego de este desastre. De inmediato ordenó la retirada de todas sus fuerzas, lo que dejó varados en la isla a veinte mil marines, que observaron el desastre en la noche y frustrados vieron como desaparecía la armada sin poder hacer nada al respecto.
A partir de ese momento comenzaría una de las campañas más salvajes de toda la guerra. Durante los siguientes meses, Guadalcanal sería el escenario más sangriento de la guerra, donde japoneses y americanos probarían sus voluntades y sus experiencias en combate. Aunque en esta primera batalla el resultado favoreció a los japoneses, al final, tal como sucedió durante la Primera Guerra Púnica, la voluntad de los Estados Unidos de América fue superior. Las perdidas materiales de esta nación sobrepasaron a las japonesas, pero ellos podían reponerlas con facilidad a diferencia de sus contrapartes japoneses. Al final, la tecnología y la capacidad de producción inclinó el destino de la guerra en favor de los Aliados y les permitió ganar la guerra, tras largos cuatro años de un gran sufrimiento y sacrificio después de Pearl Harbor.
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