Operación Urano: La Unión Soviética Contraataca


Stalingrado. La ciudad que llevó el nombre del Jefe. Llamada originalmente Tsaristyn, esta fue fundada por una razón estratégica de enorme importancia. Esta se encuentra en el punto donde el río Volga hace una forma de herradura antes de volver a su curso natural y desembocar en el Mar Caspio. Históricamente, ese pequeño accidente natural provocó que está ciudad ribereña sea por siglos en un punto de encuentros de culturas, no necesariamente todos pacíficos. La casualidad del destino provocó que un joven criminal y carismático líder secundario bolchevique, un georgiano de nombre Ioseb Besarionis dze Jughashvili le fuera encomendada la tarea de resguardar la ciudad de los rusos blancos que la rodeaban durante la Guerra Civil Rusa. Lamentablemente la perdió; pero para 1925, transformado en el Supremo Secretario General del Partido Comunista Josif Stalin, tuvo suficiente poder para cambiar la historia, nombrarse salvador de la ciudad y estamparle su nombre.



Para finales de 1942, la lucha épica entre el fascismo y comunismo llevaba año y medio. El ataque a traición de la Alemana Nazi el 22 de Junio de 1941 había sido detenido a duras penas frente a Moscú. La Unión Soviética había recibido un devastador golpe que la dejó sentada e impotente por los siguientes meses (por casi un año y medio). Pero su enemigo se encontraba igualmente herido. Sediento de petroleo y otros minerales, el maníaco cabo que gobernaba en Berlin fijó su vista más allá del Caucaso, lugar de nacimiento del líder comunista y para coincidencias del destino, un lugar repleto del necesario oro negro que le permitiría sobrevivir la guerra.



Adolf Hitler podía ser maníaco y tener trazas de locura, pero no era tonto. Debía actuar rápido, antes de que los Estados Unidos volcara su poderío en su contra. Durante la primavera de 1942 este ultimó los detalles finales de la Operación Azul, un ataque dirigido a la parte baja del Volga. Dividido en dos alas, el Sexto Ejército (con un sustancial refuerzo de infantería) al mando del general Friederich Paulus, apoyado por el Cuarto Ejército Panzer del general Herman Hoth, avanzaría hasta el Volga para detener los suministros soviéticos que pudiesen provenir de la vertiente superior de este río. Por su parte, el mariscal Wilhem List al mando del Decimoséptimo Ejército y el Primer Ejército Panzer al mando del general Ewald von Kleist avanzaría hacia el Caucaso, con la vista y el olfato puesto en los campos petrolíferos del área de Baku.



Lamentablemente para los jóvenes (de ambos sexos) que peleaban en ambos bandos, la casualidad y el destino provocó que, desde la vista de águila de un mapa, la forma más sencilla de taponear el Volga fuese tomar la ciudad de Stalingrado. Eso era demasiado para la megalomanía del jefazo del Kremlin. Resultaba obvio para todos que perder la ciudad con su nombre sería un signo inequívoco de la debilidad de su régimen  De esta forma, el concentró TODOS los recursos de la Unión Soviética en la defensa de su ciudad. Frente a este desafío, el Fuhrer también se enfocó completamente en ella, olvidando por completo el objetivo primordial de la operación que él mismo había planteado. Desde agosto de 1942, ambos colosos guiados por sus dementes dictadores se enfrascaron en una desesperada y sangrienta lucha, donde el primero que cediera perdería moralmente la guerra. La moledora de carne de Stalingrado se encendió, transformándola en una ciudad de muerte, de miseria y de ratas.



Para el alivio del mundo actual, el camarada Stalin fue el primero que recuperó la cordura. Tal como todo buen líder según Sun Tzu, él voluntariamente se retiró de la parte operativa de la campaña, legando la responsabilidad al general Zhukov y al general Vassilevsky de salvar SU CIUDAD. Maliciosamente ellos apenas mantuvieron la línea de refuerzos tenue en torno de la ciudad mientras acumulaban sus fuerzas a kilómetros de ella. Con la vista puesta en el objetivo del Fuhrer, el Sexto Ejército concentró todos sus recursos en ella y dejó la responsabilidad de la defensa de sus flancos a fuerzas rumanas y húngaras, inferiores en calidad, en preparación y en moral. Luego de acumular suficientes materiales y tropas,  descaradamente a la vista del enemigo casi todo el tiempo, el 19 de noviembre de 1942, con las primeras nevadas invernales encima de ellos, la Operación Urano comenzó.



Desde un principio fue un desastre para el Eje. El 19 de noviembre, en el frente Norte, el Tercer Ejército Rumano dejó de existir, merced del aplastante ataque soviético del otro lado del río. El 20 de noviembre inició el ataque en el flanco sur del río, donde un complicado pero decidido ataque soviético sacó de sus posiciones al Sexto Cuerpo Rumano y a las divisiones mecanizadas alemanas de apoyo. Para el 21 de noviembre, las dos pinzas soviéticas se encontraban a menos de cuarenta kilómetros entre sí, abarcando un frente de ciento treinta kilómetros entre el río Don y la margen occidental del Volga; a menos de cuarenta kilómetros del cuartel general del Sexto Ejército en la ciudad. Un golpe de suerte (los defensores alemanes confundieron los tanques soviéticos con los suyos propios) permite a los soviéticos tomar el puente y la ciudad de Kalach, lo que completó el cerco en torno a Stalingrado. Para el 23 de noviembre, con la destrucción del Quinto Cuerpo Rumano la operación había concluido. El Sexto Ejército ahora se encontraba atrapado en la ciudad que su Fuhrer deseaba tomar.



Para el 24 de noviembre la magnitud del desastre alcanzó a todos los involucrados. Luego de terminar la retirada y volar los últimos puentes detrás del Don, aproximadamente 300.000 hombres quedaron atrapados en un área de entre 50 a 40 kilómetros cuadrados. Debilitados por el invierno, en una ciudad destruida por el combate durante los meses de verano y otoño del mismo año, el destino de los alemanes era sombrío. Lo fue aún más cuando el Fuhrer, como mal perdedor, declaró la ciudad como fortaleza en lugar de ordenar la retirada inmediata de las fuerzas en torno de la ciudad. Una tensa y sepulcral paz se alzó durante esas semanas, signo inequívoco de que la iniciativa de la guerra había cambiado. 

Al igual que con los americanos en Midway y Guadalcanal, así como los ingleses en El-Alamein, los soviéticos habían lanzado su golpe y habían herido a su enemigo. Quedaban dos años y medio más de guerra, pero a diferencia de Verdún y del Somme en la Primera Guerra Mundial, los restos de los dos millones de personas que murieron en torno a la ciudad no descansan allí en vano. Un mes y medio después la ciudad volvería a manos soviéticas. La victoria presagió los siguientes cuarenta años, durante los cuales la mitad de Europa sería roja. Todo esto gracias a lo sucedido durante estos cinco días de finales de noviembre de 1942, hace setenta años. Cuando el péndulo de la historia giró y el destino favoreció al Este, otra vez.

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2 comentarios:

  1. Que increíble que en tan pocos días cambiara tan drásticamente la situación de la guerra.

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    1. Si. En cinco días la Unión Soviética paso de perder la guerra a estar en posibilidad de ganarla, sin discusión.

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