
"La Armada seguía obsesionada con un fuerte sentimiento de superioridad técnica y mental sobre el enemigo. A pesar de la amplia evidencia de las capacidades del enemigo, la mayoría de nuestros oficiales y soldados lo despreciaba y se sintieron triunfadores, seguros en todos los encuentros bajo ninguna circunstancia. El resultado de todo ello fue un letargo mortal de la mente que induce una confianza sin preparación, y una aceptación de las normas...